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Síndrome de la voz impostora y el proceso de asimilación de la nueva voz

“No podría entrenar las voces de mis pacientes sin tomar en cuenta su personalidad global y vocal, puesto que eso sería cómo tener un coche sin motor e intentar hacerlo funcionar…”

 

Durante el entrenamiento de feminización y armonización de la voz, pasamos por tres fases que nos conducen poco a poco hacia la asimilación, la personalización y la naturalización de la nueva voz. La última fase es a menudo la más compleja y puede extenderse sobre varias semanas o incluso varios meses.

Esta fase depende enormemente del proceso de asimilación de lo adquirido en cuanto a nueva dinámica vocal, ligado por supuesto a las capacidades y potenciales de aprendizaje de cada persona.

Así, la fase de automatización difiere de una persona a otra en su duración, su complejidad y su aceptación.

Por ello, es importante entender que, aunque proponga un entrenamiento vocal en 10 sesiones, esta fase de automatización puede a veces prolongarse más allá del entrenamiento.

Se trata de una fase personal, que necesita de una gran disciplina, una atención constante y una toma de conciencia importante del nuevo gesto vocal.

Es una fase que puede ser corta, sobre todo en personas jóvenes que aún no han tenido el tiempo de asimilar totalmente un gesto vocal masculino, y más largo en personas que han anclado una dinámica o una costumbre vocal masculina durante varios años. Sin embargo, esta automatización siempre acaba por llegar, incluso si toma un poco más de tiempo.

Es necesario a veces realizar un trabajo de toma de conciencia a nivel psicológico y emocional para garantizar la asimilación de la nueva voz. Me ocurre a menudo de trabajar con personas que sienten un profundo rechazo hacia esta nueva voz de manera totalmente inconsciente, lo que acaba por crear una gran frustración y entrava la fase de automatización se trata de lo que yo denomino la fase del síndrome de la voz impostora.

“Tengo la sensación de no ser yo cuando utilizo esta voz.”

Yo diría que un 20% de mis pacientes pasa por esta fase. El síndrome de la voz impostora se traduce por el sentimiento de que la nueva voz no les pertenece. Las pacientes tienen la sensación de jugar a ser otra persona cuando hablan con personas cercanas como miembros de su familia o amigos. Sienten que esta nueva voz no es el reflejo de quiénes son realmente. Ese sentimiento es muy frustrante porque efectivamente existe un camino que se realiza desde la primera sesión con expectativas, esperanzas, objetivos y, a veces, esta fase lleva a una profunda decepción, no hacía la voz esperada, pero hacía uno mismo.

A lo largo de mis últimos 17 años de carrera, recuerdo dos casos en los que después de unas 15 sesiones, la persona ha decidido volver atrás.

E incluso si la voz ya no era totalmente como lo era el principio (se apreciaba el impacto del entrenamiento vocal realizado durante meses en la voz), la persona optó finalmente por volver hacia un esquema vocal anterior próximo al que tenía al principio del entrenamiento vocal.

No hay que olvidar que en este camino de modificación identitaria de la voz hay un elemento muy particular y profundo que respetar: la personalidad vocal.

Es importante distinguir la personalidad vocal de la identidad vocal:

  • la identidad vocal es el reflejo social de la persona que somos frente a un entorno que nos impone muchas veces dogmas vocales a respetar,
  • la personalidad vocal es la expresión de nuestra percepción del mundo en interacción con nuestra capacidad de expresar nuestras emociones de una manera propia y única.

El conjunto de las dos, a saber, la conjunción entre la identidad y la personalidad vocal nos lleva a un equilibrio, una armonía que se traduce por una profunda sensación de bienestar cuando nos expresamos. Eso es lo que buscamos durante el entrenamiento de feminización y de armonización de la voz.

No podría entrenar las voces de mis pacientes sin tomar en cuenta su personalidad global y vocal, puesto que eso sería cómo tener un coche sin motor e intentar hacerlo funcionar.

Ciertamente, esta identidad vocal, que está la mayor parte del tiempo destinada a satisfacer una expectativa social en busca de una valorización o de una aceptación, no puede resultar equilibrada si no toma en cuenta la personalidad vocal.

El síndrome de la voz impostora es el reflejo mismo de un conflicto entre el desarrollo de la identidad a través de un entrenamiento vocal y de la expresión de la personalidad vocal a través de la expresión de sí.

 

¿Automatizar la nueva voz o volver atrás?

Lo importante es entender que el objetivo último del entrenamiento vocal es satisfacer las expectativas de la paciente y ayudarle a encontrar una armonía y un equilibrio vocal que le corresponden y con los cuales se siente totalmente identificada. La idea aquí no es obligar a la paciente a utilizar una voz con la que no se sienta cómoda, sino ayudarle a encontrar un equilibrio que le corresponda pero sobre todo a expresar sus emociones de manera natural respetando su personalidad global y vocal así como su búsqueda de la expresión de su identidad.

La mayoría del tiempo, este síndrome de la voz impostora aparece cuando la paciente empieza a utilizar la nueva voz o a aplicar lo que ha aprendido durante las sesiones en su vida diaria. En efecto, partiendo de una fase de exageración, las primeras tentativas de la paciente son a menudo poco naturales y faltan en constancia. Esto forma por supuesto parte del juego y habitualmente se regulariza bastante rápido.

Me ha pasado de trabajar con pacientes que, a pesar de producir una voz muy femenina, melódica, con un esquema entonatorio muy femenino, no se sentían para nada identificadas con este nuevo gesto vocal y echaban de menos tu voz anterior. Recurrían a ella a escondidas con el fin de no decepcionarme o de no decepcionarse a ellas mismas.

Es importante, en este tipo de fase, evocar la dificultad de la paciente frente a este sentimiento de impostura, puesto que es en la comunicación y en la expresión de estas dificultades que encontraremos juntas una solución y un equilibrio que corresponde totalmente a las expectativas más profundas e íntimas de la paciente de poder expresarse de una manera con la que se sienta totalmente identificada.

En cuanto la decisión de seguir en la dirección tomada, a saber:

  • avanzar hacia la automatización de esta nueva voz (lo que parece por supuesto ser la mejor opción pero no lo es siempre),
  • volver atrás, a saber, volver hacia esa expresión inicial de la identidad a nivel vocal priorizando la expresión de la personalidad vocal, de las emociones, del yo emocional, haciendo una cruz sobre una identidad vocal social que, ciertamente, facilitaría mucho más la aceptación y la valorización de la persona a nivel social, familiar, profesional.

Está claro que esta elección depende enteramente de la voluntad de la paciente.

Yo, como guía, como logopeda amiga, estoy aquí para ayudar, apoyar, acompañar a mi paciente en su elección, pero sobre todo, estoy aquí para reducir la ansiedad, la frustración y el agobio que este camino hacia una voz impostora podría conllevar.

Mariela Astudillo Logopeda especializada en feminización de la voz

ARTÍCULO ESCRITO POR

MARIELA ASTUDILLO

Logopeda y vocóloga especializada en voz identitaria y emocional (feminización de la voz)

Autora de la Logopedia / Vocología Emocional y del Método Astudillo

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