La logopedia emocional

por Mariela Astudillo

De la logopedia convencional a la

LOGOPEDIA EMOCIONAL

Desde siempre, he sentido y percibido el mundo de una manera diferente a los demás. Desde muy pequeña, las emociones me afectaban de una manera más profunda e intensa que al resto de los niños que me rodeaban. Siempre he sido una persona que ha buscado la mirada de los demás, siempre he sido muy táctil, siempre he entendido las interacciones con los demás como un vehículo para transmitir emociones, sentimientos, para compartir y para aprender. 

Cuando empecé mis estudios de logopedia en Bélgica en el año 2002, me quedé fascinada por todas las asignaturas relativas a la salud, la anatomía, a la psiquiatría, la fisiología… que formaban parte de mi carrera.

Teniendo un padre médico, siempre me había fascinado el mundo de la medicina. Pero aún más, ese lado humano que permite curar o aliviar con sólo una mirada, un gesto o una palabra.

Esa es la medicina que me ha enseñado mi padre desde que soy muy pequeña, y es la única medicina que conozco.

Creo en el poder curativo de la confianza, del acompañamiento, de la motivación. Asimismo, creo en ese lado humano que nos permite transmitir seguridad y esperanza. Al igual que creo en el poder curativo de la medicina por supuesto. Pero pienso que la parte más mágica de la medicina es el propio ser humano.

Así, cuando empecé mis estudios, me fascinó descubrir el funcionamiento de las cuerdas vocales, descubrir el oído interno, su dinámica, su fisiología, descubrir también las neuropatías, la psiquiatría, todas las alteraciones de la mente, etc… Y el día que empecé a practicar, me di cuenta de que al fin podría ser libre de practicar la logopedia según mi propia sensibilidad. En efecto, durante mis años de estudio, he sentido muchas veces que tenía que seguir un protocolo o aplicar una metodología que no pegaba mucho con mi forma de ser.

A veces, me peleaba con mis profesores tras unas prácticas porque me imponían ser y ejercer mi profesión de una manera estipulada según sus propias convicciones. Y sobre, a mi parecer, bases demasiado frías y lejanas del factor humano que tanto me gusta y me apasiona. Por ello, desde el inicio de mi carrera, he ido descubriendo que la verdadera magia de la logopedia está en cada uno de nosotros como seres humanos y no en lo que nos imponen.

La logopedia emocional nació de esta revelación, primeramente, del sentirme libre de, al fin, poder ejercer la logopedia tal y como yo la entendía, basándome en el factor humano, en la percepción, en los sentimientos y las emociones. Por otro lado, del darme cuenta de que era justamente gracias a esa libertad que conseguía obtener tan buenos resultados con mis pacientes.

Así, hace unos años decidí denominar mi práctica logopedia emocional porque no me baso en ningún tipo de cuantificación para obtener resultados con mis pacientes sino en las emociones y en la percepción de la propia paciente (ver y sentir a través de ella), en cómo vive, cómo siente, cómo percibe los logros…

No necesito aferrarme a baremos cuantitativos basados en una normalidad tasada en función de moldes y referentes (en la mayoría de los casos obsoletos) dictaminados e impuestos. No me ajusto a ningún tipo de canon o patrón vocal estipulado por una comunidad científica carente de emoción para decidir si el trabajo o los resultados que obtenemos son aceptables o socialmente correctos. 

Así nace la logopeda-amiga

Tampoco me encierro en un rol de logopeda o de profesional de la salud frente a una persona a la que vaya a obligar que se encierre ella misma en un rol de paciente.

Abro las fronteras y horizontes, me convierto en logopeda-amiga. Rompo moldes y revisto conceptos, reduzco límites y permito que la relación entre la persona que acude a mí y yo se base en la libertad, en la confianza y sobre todo en la búsqueda de un bien común.

Creo que el hecho de no ser conscientes de que no podemos trabajar la voz sin tener en cuenta las emociones, la manera que tiene la persona de percibir el mundo, los sentimientos… Es el error más grande que cometen los logopedas a diario en el mundo. 

No se puede disociar la voz de la persona, de su personalidad, de su historia, de sus vivencias… No se puede tratar la voz de forma aislada, como tampoco se puede enseñar la feminidad cuando es algo totalmente innato. 

Sé que muchas personas difieren de mi manera de pensar, de sentir, de percibir, de practicar mi profesión… Y creo firmemente que esto forma parte de lo más bonito que tenemos en el mundo, a saber, darnos cuenta de hasta qué punto somos diferentes los unos de los otros ya que eso es justamente lo que nos hace únicos

De la misma manera que me esmero cada día en descubrir y en entender el mundo de cada una de las personas que acuden a mí, creo también que lo más maravilloso es sentir que esas personas confían en mí hasta el punto de que ellas mismas descubren quién soy, ya que les dejo la puerta abierta para que lo hagan. 

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CONFIANZA, SEGURIDAD, EMOCIONES

Por todo ello, la logopedia que aplico se denomina logopedia emocional. Porque lo que nos guía son las emociones, esa sensación de bienestar, esa confianza que al fin y al cabo es lo que buscamos en todas las relaciones humanas, independientemente de cual sea su naturaleza.

El intercambio que tengo con mis pacientes no se basa exclusivamente en una relación profesional. Mis pacientes son muy importantes en mi vida y les concedo una parte de mi corazón a cada una de ellas. Lo más increíble, es que eso es justamente lo que me reprochaban cuando era estudiante, que me involucraba demasiado en mis sesiones, que estaba demasiado presente, que se notaba que me afectaba “demasiado” la historia de cada una de mis pacientes… 

Probablemente, el esquema que reproduzco cada día en mi profesión sea difícil de entender para muchos profesionales, y tampoco pido que todos los profesionales apliquen mi manera de ver el mundo. Sin embargo lo que sí puedo asegurar es que si hoy en día alcanzo tan buenos resultados con mis pacientes, si el método Astudillo es tan eficaz, es justamente porque ese factor humano es la clave de todo. 

También he empezado a entender a lo largo de los últimos años, que no se puede aplicar mi metodología sin aportarle una parte de sí. Ya que si la clave es el factor humano, la persona que lo aplique deberá adaptarla a su propia percepción, lo cual será lo más enriquecedor para el propio profesional y sus pacientes.

LA VOZ EMOCIONAL

Dentro de logopedia emocional, trabajamos lo que llamamos la voz emocional. Es decir, la capacidad que tenemos de expresarnos a través de la voz, de buscar la mayor expresión de  nuestro ser y de expresarnos tal y como percibimos el mundo, sin frenos, sin barreras, sin estereotipos, sin prisiones. 

Todos tenemos un código emocional y muchas veces, desafortunadamente, no nos sentimos libres para expresarlo en su estado más puro, sin influencias. Las sociedades, las familias, nuestro círculos, muchas veces nos impiden ser como somos de verdad, y acabamos por sucumbir y adoptar maneras de expresarnos que no son reflejas de quienes somos en realidad. Todo ello simplemente para ser aceptados. 

La voz emocional permite la liberar al ser humano, liberar a cualquier persona que confíe en sí y quiera profundamente expresarse y revelarse al mundo tal y como es, sin miedos ni reglas.

La voz emocional permite a toda persona descubrirse realmente cómo es y gozar de la libertad de expresarlo al mundo. 

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