“Aún así, siempre acabo por sentir la presencia de esta búsqueda de hiperfeminización con el fin de afirmar su identidad y de reducir la frustración que provoca el ataque binario social constante. Así nace el fenómeno de hiperfeminización…”
La voz ideal
El fantasma de la voz ideal acosa a casi todas mis pacientes. Sobre todo al inicio del entrenamiento vocal. En efecto, todas ellas han soñado (a veces durante mucho tiempo) con la voz que deseaban tener. La han imaginado, han cerrado sus ojos y la han oído. De igual forma, muchas veces la han idealizado, han hecho de ella su objetivo vital rozando a veces la obsesión.
Pero, ¿cuál es la voz ideal? ¿Es acaso una voz a la que aspira pero que nunca se alcanzará? ¿O es realmente una voz que se puede alcanzar en la realidad, qué es objetiva y subjetiva a la vez, pero sobre todo, que satisfará a quien la busca?
Opino que la mejor descripción para definir la voz ideal sería la siguiente :
La voz ideal es aquella que alcanzamos cuando los elementos siguientes convergen en total coherencia y armonía: la personalidad, la identidad, el potencial anatómico y vocal, la expresividad y la emocionalidad.
Igualmente pienso también que la voz ideal no debe buscarse con objetivo fijo. Sino que debe descubrirse a lo largo del entrenamiento vocal tomando poco a poco conciencia de determinados parámetros y factores. Es muy difícil saber por adelantado cómo la voz va a desarrollarse, qué forma tomará, qué color, cuáles serán sus capacidades, cómo reaccionará un cuerpo u otro, cuáles serán los límites de nuestro potencial…
No podemos predecir esto por adelantado y es justamente por esa razón que fijarse objetivos de voz ideal es para mí un gran error. Aún así, hace algunos años prioricé el ejercicio de visualización de la voz deseada al inicio del entrenamiento vocal de feminización de la voz. Sin embargo, abandoné este ejercicio rápidamente. Ya que, según mi experiencia profesional, generaba mucha frustración y era muy poco realista en la mayoría de los casos.
La voz ideal solo se descubre después de haber experimentado nuestra voz en múltiples situaciones del día a día, convergiendo con múltiples estados de ánimo, interactuando con numerosos interlocutores y transmitiendo diferentes mensajes.
También es importante entender que la voz ideal no es un estado al que llegamos para quedarnos. A saber, no se trata de una manera exclusiva y única de expresarnos. Sino de una riqueza expresiva que se multiplicará y multiplicará su potencial en función de todas las situaciones que vivimos en nuestro día a día.
Así, nuestra manera de hablar será diferente en función del interlocutor con el que hablamos, de cuál será nuestro sentimiento del momento, de cuál será nuestra intención de comunicación y de cuál será el mensaje. Lo más importante es alcanzar una expresión de sí que esté en total coherencia con nuestra personalidad, nuestra identidad y nuestra manera de percibir el mundo. Alcanzar este equilibrio y esta armonía sólo puede realizarse al final de un entrenamiento de feminización de la voz basado esencialmente en el ser humano, en su capacidad emocional y en su necesidad infinita de comunicación.
El fenómeno de hiperfeminización
Trabajo cada día con mujeres extremadamente diferentes, cada una de ellas perciben el mundo a su manera, tienen una personalidad diferente, una emocionalidad propia. Cada una de ellas tiene una historia, vivencias, experiencias a todos los niveles : profesional, privado, social, relacional, familiar… Sin embargo, la presión social que sufren es casi siempre la misma, expresada a veces a intensidades diferentes. Aún así, siempre acabo por sentir la presencia de esta búsqueda de hiperfeminización con el fin de afirmar su identidad y de reducir la frustración que provoca el ataque binario social constante. Así nace el fenómeno de hiperfeminización.
Describo la hiperfeminización como la necesidad (a veces vital) de feminización excesiva con el fin de alcanzar un passing social armonioso en cuanto a las exigencias binarias sociales.
El fenómeno de hiperfeminización se traduce en el trabajo vocal a través de la búsqueda excesiva de agudos, de una melodía excesiva y a veces desplazada, de un esquema entonativo estereotipado ligado a una representación de la voz femenina binaria y a veces infantil. La paciente intenta reproducir una voz que facilitará su passing, borrará toda sospecha de masculinidad y reducirá la ansiedad o la frustración frente a las interacciones sociales.
Sin embargo, cuando esta hiperfeminización se produce, deriva en la mayoría de los casos en un síndrome de voz impostora.
El síndrome de la voz impostora
En primer lugar, me gustaría definir la palabra síndrome. Ya para quien no me conozca, siempre lucho por alejarme de la hipermedicalización del recorrido transidentitario. Por esa razón, tengo mucho cuidado con los términos que empleo. En este caso, la palabra síndrome no hace ninguna referencia a una situación patológica. Sino más bien a un conjunto de signos reveladores de una situación de incomodidad, según la definición de la Real Academia de la Lengua Española :
“Conjunto de signos o fenómenos reveladores de una situación generalmente negativa.”
El síndrome de la voz impostora aparece cuando la paciente reproduce un esquema de hiperfeminización de ciertos comportamientos vocales en busca de un mejor passing. Asimismo, cuando este fenómeno tiene lugar, la paciente tendrá tendencia a entrar en conflicto con la nueva voz. En efecto, nos encontramos frente a un conflicto entre:
- la personalidad y la identidad de la paciente, su manera de percibir el mundo y su voluntad de expresarlo,
- y el gesto vocal que reproduce, siendo éste no representativo de la persona que es, ni de cómo desea expresarse. Sin embargo está hiperfeminizado y facilitará el passing social.
El síndrome de la voz impostora ahoga a la paciente en una situación de incomodidad en cuanto a la nueva voz, de insatisfacción y de frustración porque no se siente identificada con esta nueva voz. La paciente tiene dificultades para emplear la nueva voz con personas cercanas por miedo a parecer una impostora.
Entrenamiento de la feminización de la voz
Aunque la hiperfeminización que conduce al síndrome de voz impostora puede parecer algo negativo, en la mayoría de los casos, estas fases son pasajeras aunque necesarias para la evolución de la paciente hacia la voz ideal.
Efectivamente, a lo largo de estas fases la paciente desarrolla una facultad de autocuestionamiento y autocrítica. Todo ello a través de una experimentación cotidiana a nivel comunicacional que la llevará a descubrir quién es realmente y cuál es la voz que desea tener.
La hiperfeminización y la voz impostora son, al fin y al cabo, muy benéficas durante el entrenamiento vocal de feminización de la voz. Así, permiten a la paciente evolucionar vocalmente pero, sobre todo, le permiten reducir su ansiedad y su frustración en cuanto a la voz ideal.
La paciente aprende a conocerse, a descubrir sus límites y sus capacidades. Asimismo, aprende a emplear su potencial y a descubrir la importancia de la voz emocional a través de un gesto vocal dinámico y personalizado.
En conclusión, el entrenamiento de feminización de la voz a través del método Astudillo dispone de varias fases. Cada una de ellas tan importantes las unas como las otras ya que contribuyen a la construcción de la paciente a nivel vocal, identitario y emocional. En definitiva, permitirle alcanzar objetivos reales y estables que le acompañaran a lo largo de toda su vida incluso después del entrenamiento vocal.
ARTÍCULO ESCRITO POR
MARIELA ASTUDILLO
Logopeda y vocóloga LGBTQIA+ especializada en voz identitaria y emocional (feminización de la voz)
Autora de la Logopedia / Vocología Emocional® LGBTQIA+ y del Método Astudillo