Desde el inicio de mi carrera, siempre he concedido un lugar importante al trabajo de articulación en mis sesiones de feminización y armonización de la voz. En efecto, siempre he sido muy sensible acústicamente hablando a la calidad del sonido, a su resonancia, al timbre y a su color. Pienso haber desarrollado a lo largo de mis 16 años de profesión, una habilidad para percibir la voz incluso sin ver a la paciente, y para detectar cómo la voz se coloca, si la articulación y la importación de la voz son correctas o eficientes.
El concepto de feminidad cambia de persona a persona, y aunque nosotros, las féminas, no nos expresemos de la misma manera, muchos parámetros influyen en el discurso femenino. Desde la genética a la educación, pasando por la disposición anatómica de los resonadores y la personalidad de la paciente. Durante el entrenamiento de la voz propuesto en el Método Astudillo, perseguimos un esquema articulatorio bien definido desde el primer minuto. Desarrollando así una articulación más femenina desde la primera sesión dándole un lugar muy importante en los ejercicios.
Especificidad de la articulación y feminización de la voz
Para empezar, si analizamos la diferencia entre el discurso femenino y el discurso masculino, está claro que el discurso femenino tiene una articulación más precisa, más abierta, más suave:
– ARTICULACIÓN MÁS PRECISA (CONSONANTES): esto implica que el punto articulatorio es abordado por la mujer de una manera más concreta y precisa. Por ejemplo, a la hora de pronunciar los fonemas que empiezan con el sonido «T», el ápice de la lengua de la mujer tiende a situarse en un punto preciso detrás de los incisivos superiores y a abordarlo de manera fina. Frente al discurso masculino, donde, según mi percepción, el sonido sería más explosivo, más «fuerte», más violento y abordado de manera más grosera y menos precisa.
– ARTICULACIÓN MÁS ABIERTA (VOCALES): al pronunciar las vocales, la mujer tiende a abrir más su boca. Esta apertura es acompañada por una expresividad facial más desarrollada y un uso de la musculatura facial más pronunciado que en el hombre. En efecto, es como si el sonido saliera más hacia el exterior durante el discurso femenino, dándonos la sensación acústica de una voz más audible y más clara gracias a una impostación más eficiente de la voz. Por eso, trabajamos colocación de la voz y la resonancia desde la primera sesión.
– ARTICULACIÓN MÁS SUAVE: hay una conjunción entre la pronunciación de las vocales y las consonantes que produce oralmente y a nivel auditivo una percepción de los sonidos, de los fonemas, de las palabras y de las frases mucho más suave que en el hombre. En efecto, por regla general, el discurso femenino es menos explosivo, menos abrupto, la articulación es menos pronunciada, la musculatura está más relajada y más flexible, y el resultado sería más «suave».
A menudo, he observado en mis sesiones, una tendencia general en mis pacientes a presentar, al principio del entrenamiento, una articulación cerrada, ya sea hipertensa o con tendencia a la hipotonía.
Podemos enfrentarnos a dos tipos de casos:
– Pacientes con una articulación demasiado tensa debido al hecho de que la paciente intenta ocultar su voz mediante una articulación cerrada. La paciente controla constantemente su articulación, lo que la lleva a una articulación demasiado pronunciada, demasiado dura, poco o no flexible.
– Pacientes con una articulación demasiado relajada (casi hipotónica), que conduce a una articulación a veces poco inteligible, relacionada a menudo con una falta de expresividad facial durante el discurso. Muchas pacientes se ven obligadas a ocultar su identidad adoptando patrones expresivos masculinos por obligación. Lo que les lleva a reducir su expresividad facial y, por lo tanto, su articulación se ve afectada.
A menudo he asociado el trabajo de la articulación y feminización de la voz con el trabajo de la expresión y la expresividad facial. De hecho, creo que los dos están estrechamente relacionados y que en la vía muscular, es importante asociarlos con el fin de obtener mejores resultados. Así, trabajo lo que llamo «la apertura de la máscara», abriendo no sólo la articulación sino también el rostro a nivel expresivo. Para ello, es importante desarrollar la musculatura oro-facial desde la primera sesión. De alguna manera todo está relacionado. Así, durante el entrenamiento, obtendremos una articulación cada vez más abierta, cada vez más relajada, cada vez más elástica y suave. En definitiva, obtendremos una articulación más precisa asociada a una expresividad facial cada vez más natural y flexible.
Es importante señalar que el grado de apertura está, por supuesto, relacionado con la personalidad de la paciente y con su propio concepto de feminidad. Nunca impongo un esquema articulatorio preciso, sólo oriento a la paciente; ella será la única dueña de su articulación. Este trabajo forma parte de la fase de personalización.
Una vez que todo esto se pone en marcha, asociamos esta práctica al trabajo de la voz emocional. Lo que hará que la articulación sea más rica y coherente, y terminará por establecer un equilibrio emocional vinculado a la identidad de la paciente y a su forma de expresarse. Todo ello en función de su propia personalidad y de las circunstancias de su vida cotidiana.
EL MÉTODO ASTUDILLO
En definitiva, el Método Astudillo concede a la articulación y la feminización de la voz una gran importancia y sitúa su trabajo en el nivel de la vía muscular. Desarrollando su ejercicio en la fase de exploración, exageración y personalización.
El objetivo es desarrollar una articulación más precisa, más suave y más abierta, acompañada de una expresividad facial más relajada, más elástica y dinámica. Obtendremos así una voz femenina más flexible y libre, permitiendo a la paciente ser más libre en la expresión de sí misma.
ARTÍCULO ESCRITO POR
MARIELA ASTUDILLO
Logopeda y vocóloga LGBTQIA+ especializada en voz identitaria y emocional (feminización de la voz)
Autora de la Logopedia / Vocología Emocional® LGBTQIA+ y del Método Astudillo