“Este artículo tiene como objetivo iluminar sus conocimientos en el campo de la feminización vocal, cuya eficacia sigue siendo un campo de investigación demasiado poco explorado.”
Batoul JABER¹,² & Dominique MORSOMME²,
¹Universidad Saint Joseph de Beirut, Líbano ;
²Research Unit for a life-Course perspective on Health and Education, Universidad de Lieja, Bélgica
Traducción de un artículo publicado originalmente en la UPLF https://www.uplf.be/
El artículo fue publicado en IU nº 5/2021.
Traducción 2022: Astudillo M.
Deseamos agradecer a los estudiantes los estudios realizados como parte de su memoria. Sin ellos, no estaríamos escribiendo la misma historia.
Desde hace algunos años, la demanda de feminización vocal que reciben logopedas especializados(as) en voz está en aumento, especialmente por parte de las mujeres transgénero (Hancock & Helenius, 2012). El DSM-V define la disforia de género como «una marcada incongruencia entre el sexo que uno siente o expresa y el que se le asigna. Se trata de un fuerte deseo de ser del otro sexo o de un sexo alternativo distinto del que se le asigna» (T’Sjoen et al., 2019; Pépiot,2013). Además, desde 2013, la Asociación Americana de Psiquiatría insiste en que «la no conformidad de género» no es un trastorno mental (Södersten et al., 2019). Por lo tanto, las personas con disforia de género ya no son reconocidas como estando en un estado de búsqueda identitaria. En efecto, las personas transgénero afirman ser «una mujer en un cuerpo de hombre» (mujer transgénero) o «un hombre en un cuerpo de mujer» (hombre transgénero). Algunas de ellas también desean efectuar un cambio o una transición de sexo (Burgués, 1980). Este consiste en un proceso largo y complejo que requiere un seguimiento multidisciplinario individualizado para garantizar una calidad de vida óptima, que responda a las necesidades de las personas con disforia. A partir de ahora, también se ha demostrado que el género vocal participa significativamente en su calidad de vida (Coleman et al., 2012).
Para algunas personas transexuales, la voz es un aspecto indispensable a tener en cuenta en el proceso de transición, ya que es una cuestión psicológica y comunicativa importante que contribuye a su inclusión social (Lechien et al., 2014). Dentro de la población transexual, observamos que las mujeres transexuales consultan más las prácticas de logopedia que los hombres transexuales, en busca de una modificación de sus parámetros de voz. Esto se debe en parte a la eficacia de la ingesta de testosterona, que permite un engrosamiento de la masa muscular de las cuerdas vocales, lo que se traduce en una frecuencia fundamental (fo ) más baja y una voz más masculina (Azul, Neuschaefer-Rube, Nygren y Södersten, 2017). Este no es el caso de las mujeres, para quienes la terapia hormonal no cambia los parámetros vocales, de ahí el uso de la feminización vocal. Para algunas mujeres, las sesiones de terapia de voz se convierten en un paso esencial en su transición, ya que la satisfacción de las mujeres transexuales con su voz y su adecuación a su idea del género femenino es un indicador de una buena calidad de vida. Teniendo esto en cuenta, existen tres opciones para quien desee feminizar su voz: la cirugía, la terapia vocal o una combinación de ambas (Wylie et al., 2014; Morsomme y Remacle, 2016).
Los métodos quirúrgicos propuestos para feminizar la voz deben proponerse obligatoriamente después de un ensayo logopédico. En efecto, según la «Good Practice Guideline for Gender Dysphoria» (Wylie, 2014) se puede proponer una cirugía para feminización vocal, pero sólo debe realizarse después de una intervención logopédica y debe depender de una decisión conjunta entre la paciente, el otorrinolaringólogo, el psiquiatra, el/ el logopeda. Además, se recomienda encarecidamente realizar un seguimiento logopédico después de la cirugía para optimizar los resultados quirúrgicos.
Estos métodos quirúrgicos se basan en el aumento de la altura tonal (fo) -un parámetro acústico importante para asociar una voz a un género femenino (Owen & Hancock, 2010); acortando los pliegues vocales, aumentando la tensión o reduciendo el tracto vocal (Thomas & MacMillan, 2013; Isshiki & Tanabe, 1983; Remacle, Matar, Morsomme, Verduyckt, & Lawson, 2011). Sin embargo, la frecuencia fundamental por sí sola, no siempre satisface lo suficiente a las mujeres que desean feminizar su voz. En efecto, varios otros aspectos como las curvas entonativas, la articulación, el enriquecimiento de los formantes, la elección de las palabras, la forma de expresarse, de moverse (dimensión no verbal de la comunicación) son todos los factores que entran en juego en la percepción de la feminidad vocal (Dacakis, 2000; Pasricha, Dacakis, & Oates, 2008; Schwarz et al., 2016). Con el fin de responder a esta insatisfacción, las sesiones de feminización de la voz, incluida la comunicación oral, son propuestas por logopedas especializado.a.x.s en voz. Estas sesiones tienen como objetivo trabajar simultáneamente en los diferentes aspectos de la voz antes mencionados para permitir a las mujeres transgénero apropiarse de una voz sana y una comunicación oral satisfactoria que responda a sus expectativas. En general, el potencial vocal se examina en la primera consulta para establecer el plan terapéutico. Hasta ahora, este balance vocal sigue las recomendaciones de la Sociedad Europea de Laringología (Dejonckere et al., 2001). Sin embargo, se construye para pacientes cuya queja se refiere a trastornos de la calidad vocal y no a personas en demanda de feminización vocal. Además, el profesional lo adapta. Como recordatorio, el balance incluye el examen del plano glótico por vídeo-laringoestroboscopia (VLS), realizado por un ORL, la recogida de datos objetivos acústicos (fo), nivel de presión sonora (NPS), índices de variabilidad de la frecuencia (Jitter, desviación estándar) y del NPS (Shimmer) y aerodinámica (tiempo máximo fonatorio, capacidad vital, cociente fonatorio y presión subcutática estimada). A ello se añade el fonetograma (extensión vocal – frecuencia mínima y máxima – en función del nivel de presión sonora baja y fuerte) que se prevé bajo diferentes modalidades de producción (fisiológico, lenguaje espontáneo, lectura de texto) y permite visualizar la amplitud frecuencial y el nivel de presión sonora movilizados durante el habla (Morsomme & Remacle, 2016). El Voice Handicap Index suele sustituirse por el cuestionario «Trans Woman Voice Questionnaire» adaptado y validado en diferentes contextos culturales y lingüísticos. Esta escala también se utiliza para medir las experiencias cotidianas de las personas transgénero. Puede ayudar a desarrollar o adaptar su acompañamiento logopédico, en función de sus respectivas percepciones y expectativas (Dacakis et al, 2013; Morsomme et al, 2019).
Con el fin de orientar la elección del tratamiento, es esencial para el clínico comprender la naturaleza de los cambios deseados por la paciente (aumento moderado o excesivo de la altura de la voz, modificación del timbre y de la resonancia, rapidez de los resultados etc…) (Revise, 2016). Por lo tanto, el tratamiento debe ser adaptado y personalizado para cada paciente (Pasternak & Francis, 2019).
Existen varios enfoques terapéuticos en la feminización vocal: el enfoque sintomático, la fisiología y la acústica. El enfoque sintomático apunta al comportamiento vocal más perturbador como la altura tonal (fo). El enfoque fisiológico se basa en los conceptos de higiene vocal y de comportamiento motor vocal, se centra en la resistencia y la capacidad de los sistemas fonatorios y resonantes. La tercera toma en consideración los parámetros acústicos más determinantes en la percepción del género vocal (Dahl & Mahler, 2019).
En cuanto a la altura tonal, puede ser modificada por la terapia vocal y la cirugía de laringe. En cambio, este índice acústico no representa un criterio absoluto en cuanto a la satisfacción de una voz femenina. Por lo tanto, se recomienda trabajar todos los parámetros comunicativos dentro de la terapia logopédica, ya que estos elementos no son modificados por la cirugía. Autores como Morsomme y Remacle, A. (2016) y Astudillo (2019) también destacan la velocidad del habla, la duración de los fonemas y la calidad de la voz (el soplo) como parámetros a apuntar para aumentar el grado de feminidad vocal. El método Astudillo (2019) se basa en principios teóricos derivados de otras terapias, como la Terapia Melódica y Rítmica (Van Eechkout et al., 1995), el Método Verbo-Tonale (Guberina, 1964, citado por Asp, 1985) y el método Proprioceptive-Elastici (Lucchini et al., 2018). Esto permite a las personas transgénero ejercitar su musculatura laríngea, facial y articulatoria, acentuar las curvas de entonación de la voz con el fin de romper la monotonía frecuencial, reducir el caudal de habla, en particular alargando el tiempo de producción de las vocales, ajustar el nivel de presión sonora y, por último, trabajar la fluidez del discurso con el fin de llegar a una percepción de feminidad óptima. Estos ejercicios permiten a las mujeres transgénero descubrir o incluso aumentar su potencial vocal. Se les invita a salir de su zona de confort a través de la práctica de ejercicios de imitación y exageración del habla para luego llegar a una palabra más femenina. Actualmente, la información sobre las técnicas de soporte para feminizar la voz es limitada. Si bien el método Astudillo parece ser muy apreciado por los numerosos testimonios de clientes¹ en la web, todavía no ha sido probado científicamente. También los estudiantes de la unidad logopedia de la voz del departamento logopedia de la Universidad de Lieja se interesaron y dedicaron sus trabajos de memoria de fin de estudios bajo la supervisión de Dominique Morsomme. Los análisis se centraron en pequeños grupos o estudios de casos que valoraban la trayectoria única de cada participante. En efecto, la elección de optar por protocolos experimentales de un solo caso para las personas transgénero se explica en particular por una variabilidad interindividual relativamente importante entre las participantes.
Sin embargo, la primera síntesis de resultados que proponemos se basa en la memoria realizada por Coline Falla (2021) y se refiere a un grupo de mujeres transgénero comparadas con mujeres y hombres cisgéneros. Falla trató de contrastar los testimonios positivos de las mujeres transgénero expresados en la web con las grabaciones realizadas durante su sesión de feminización vocal con Mariela Astudillo. El número de sesiones oscila entre 10 y 15 con una duración de 30 a 45 minutos. Los resultados se basan en cuatro grupos de datos, dos de los cuales están compuestos por 12 mujeres transgénero francófonas y 10 mujeres transgénero hispanohablantes, y dos por 12 mujeres cisgéneros y 12 hombres cisgéneros. Como se muestra en la tabla 1, los resultados obtenidos en el parámetro de frecuencia fundamental hablada (FFH) son significativamente superiores en el postratamiento para las mujeres transgénero hispanohablantes y francófonas. Antes del tratamiento, la FFH media de las personas transgénero es de 140 Hz para los francófonos y 133 Hz para los hispanohablantes. Estas puntuaciones se consideran como parte de la extensión frecuencial masculina (Davies et al., 2015). En postratamiento, las puntuaciones de la FFH media de las mujeres transgénero francófonas y hispanohablantes son respectivamente 189 Hz y 198 Hz y, por tanto, significativamente superiores a las de los hombres cisgéneros (111 Hz), correspondiendo esta vez a la gama frecuental femenino (Davies et al., 2015). El método Astudillo contribuye, por tanto, al aumento significativo de la FFH de las mujeres transgénero en todos los idiomas. También es interesante observar que, incluso antes de la atención, las mujeres transgénero producen una FFH superior a la de los hombres cisgéneros. En efecto, antes de iniciar una atención, algunas de ellas se entrenan y tratan de alcanzar su ideal vocal femenino.
Por otra parte, Mathilde Neefs (2020) realizó su tesis en el marco de una formación dedicada al método Astudillo. En efecto, para ilustrar la PCE, se organizaron talleres y cinco mujeres transgénero (sin pasado logopédico) aceptaron participar. Cada una de ellas contó con un entrenamiento de 30 minutos realizado por Mariela Astudillo. Antes y después del entrenamiento se presentó a las participantes un protocolo de recopilación de medidas subjetivas y objetivas. El análisis de los datos se realizó (entre otras variables) en dos tareas de habla continua, una consistente en la lectura del diálogo de Delattre (1966)² y la otra una tarea de producción de relato sobre la base de 6 imágenes. Se observó un aumento de los valores de varios parámetros acústicos en el post-entrenamiento, independientemente de la tarea, pero no se obtuvieron resultados estadísticamente significativos (tabla 2). Además, los datos del análisis perceptivo muestran que cuatro de las cinco participantes han obtenido una feminidad vocal a corto plazo. Por lo tanto, el comportamiento del motor vocal de las participantes tiende a cambiar después de 30 minutos de entrenamiento, y este cambio se refleja en los valores de algunos parámetros acústicos y perceptivos. Esta ganancia varía de una persona a otra. Cada mujer transgénero se beneficia de manera diferente del entrenamiento ofrecido por Mariela Astudillo. Por ello, se han apropiado del gesto a su ritmo en un período de tiempo relativamente corto.
Aurélie Gillot (2020), por su parte, midió la eficacia de 9 sesiones de feminización vocal realizadas por Mariella Astudillo en una mujer transgénero de 34 años. Las sesiones se realizaron a través de la telepráctica. La F0 antes del tratamiento en un [a] sostenida mostraba el valor medio de 158 Hz y en palabra ininterrumpida (diálogo de Delattre) 155 Hz. Los resultados posteriores a la compatibilidad aumentaron significativamente, con un valor medio de F0 en [a] de 258 Hz y 242 Hz en el habla continua. La satisfacción de la voz de la participante fue objetivada con el cuestionario Trans Woman Voice (Morsomme et al, 2019)³ y resultó significativamente mejorada, la puntuación pasó de 69/120 a 39/120 (≠ 30), sabiendo que cuanto mayor es la puntuación más importante es la queja.
Finalmente, el objetivo del trabajo de Elina Godelle (2020) era medir la efectividad de 10 sesiones de terapia de voz en una mujer transgénero de 37 años. Esta vez, las sesiones fueron realizadas por una logopeda formada recientemente en el método Astudillo y realizada a través de la telepráctica como preconiza el método. Los resultados recogidos en la tabla 3 muestran un ligero efecto sobre la adquisición de los patrones vocales femeninos de la participante, en particular mediante un aumento de los valores de frecuencia fundamental y de dinámica frecuencial expresada en semitonos. Cabe señalar que la tarea de narración en imágenes permitió a la participante movilizar mejor frecuencias del registro femenino. Asimismo, la experiencia de la participante con respecto a su voz mejoró al final del tratamiento, pasando de 116/120 a 71/120 (≠ 45).
La síntesis de los estudios mencionados no es exhaustiva. Los memorandos se distinguieron entre sí por la formulación de hipótesis originales en relación con sus respectivos estudios. Aquí solo informamos una pequeña parte de su trabajo y se centra principalmente en los valores de la frecuentación. Si desea obtener más información, puede acceder a los trabajos en la siguiente plataforma institucional: https://matheo.uliege.be introduciendo los nombres de los autores en el motor de búsqueda que aparece en la ficha Buscar/Buscar. Precisamos también que cada memoria haya recibido la aprobación del comité de ética de la Facultad de Psicología, Logopedia y Ciencias de la Educación. Los resultados obtenidos en las diferentes metodologías aplicadas al método Astudillo nos confirman en la idea de que los parámetros trabajados desembocan en una modificación del comportamiento motor vocal en favor de una percepción de feminidad en la voz. Todos los estudios citados a lo largo de este artículo destacan la importancia del trabajo logopédico en el proceso de feminización vocal que se basa en las variaciones acústicas de la F0, del nivel de presión sonora, de la duración (Di Cristo, 2013). Este enfoque consiste también en un acompañamiento global de la persona transgénero con el fin de garantizar un mejor ajuste de los aspectos verbales y no verbales al género deseado.
Más allá del mensaje que lleva, la voz participa innegablemente en nuestra identidad (Revis, 2019). Asimismo, el acompañamiento de las personas transgénero en la búsqueda de su voz resulta pertinente y conduce a resultados satisfactorios en el plano vocal. Responde a una necesidad vital y un derecho esencial para cada una de estas personas a sentirse cómodas en su comunicación oral, ya sea en la esfera privada, social o profesional.
Este artículo tiene como objetivo iluminar sus conocimientos en el campo de la feminización vocal, cuya eficacia sigue siendo un campo de investigación demasiado poco explorado. Los estudios y trabajos mencionados sugieren que la logopedia de la voz ofrece hermosas perspectivas de trabajo y acompañamiento de la persona en busca de feminidad vocal. Queremos crear vocaciones para que cada persona que desee feminizar su voz pueda acceder fácilmente a un consultorio de logopedia cercano a su domicilio, porque aunque la telepráctica es una opción, algunas de ellas desean conocer a su terapeuta de forma visual.
¹ Si en Bélgica las personas transgénero acuden a un logopeda especializado en la voz, se les remite como pacientes y pueden solicitar el reembolso de la mutua por sus sesiones de tratamiento. El entorno en el que trabaja Mariela Astudillo es diferente: cualquier persona que desee modificar su voz puede comprar un paquete de sesiones. Son entonces clientes y no pacientes.
* El término cisgénero se refiere a una persona cuya identidad de género (masculino o femenino) corresponde al sexo con el que nació, en contraposición a transgénero.
² Conviene señalar que el diálogo de Delattre (1966) tiene la ventaja de contener las diferentes entonaciones básicas del francés.
³ Aunque en el artículo de Morsomme et al (2019) se lee el título « Transsexual Voice Questionnaire male to female », es más adecuado adoptar el término Trans Woman Voice Questionnaire.
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