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El volumen vocal: la suavidad y la gestión de la respiración

“Tengo muchas pacientes que expresan su temor de volver a ver resurgir su antigua forma de expresarse cuando se enfrentan a actos reflejos como la tos, la risa, el estornudo o el grito…”

 

En mis últimos 16 años de carrera, he trabajado con personas que desean cambiar su gesto vocal, buscando más feminidad y armonía en su voz y en su forma de expresarse. Entre todos los parámetros vocales involucrados en este entrenamiento, cabe destacar que el volumen es uno de los parámetros más alterados cuando alguien busca feminizar su voz.

En efecto, he observado a menudo que una paciente que desea feminizar su voz por sí misma tiende a bajar el volumen cuando habla. En primer lugar, para ocultar las características sonoras que podrían ligar su discurso a cierta masculinidad, y en segundo lugar, para buscar una suavidad asociada a la feminidad.

Por otra parte, tras muchos años de estudio, investigación y experiencia he descubierto que no se trata sólo de reducir el volumen vocal en el discurso, pero que esta disminución de volumen vocal debe asociarse imperativamente a una gestión del soplo y a una articulación más fina y menos marcada.

Es aquí donde interviene lo que yo llamo la suavidad. Definida como parámetro acústico de la voz o del discurso, permite atribuir un carácter vinculado a los conceptos de placer, de calma, de no agresividad, de moderación, de feminidad… Asociada a la articulación, a la gestión del soplo, a la manera de expresarse… la suavidad se convierte en sinónimo de control, de no tensión, de eutonía muscular. En resumen, cuando un discurso se vuelve más suave, su sonido se asimilará más a la feminidad.

 

LA GESTIÓN DEL SOPLO

En cuanto a la gestión del soplo, es cierto que en el método Astudillo no trabajo la respiración propiamente dicha. Estoy, por así decirlo, en contra de las prácticas que desesperan a los/las pacientes con sesiones enteras donde se trabaja la postura, la respiración, la relajación, etc. Bajo mi punto de vista, este tipo de sesiones no hace más que desmotivar al/a la paciente y finalmente no se alcanzan los objetivos fijados de feminización o de armonización vocal.

La gestión del soplo se trabaja en el Método Astudillo de manera implícita en los ejercicios propuestos durante las sesiones.

En efecto, es muy importante porque permitirá a la paciente controlar su forma de expresarse a través del aire que va a expulsar y a través de la producción de sonido. Normalmente trabajo la gestión de la respiración junto a ejercicios en los que se fusionan el sonido y el aire. El objetivo es, por tanto, lograr un discurso, un habla y una forma de expresarse más suave, más relajada, menos abrupta, menos marcada, más fina y más precisa.

 

El grito: un trauma para las cuerdas vocales

Tengo muchas pacientes que expresan su temor de volver a ver resurgir su antigua forma de expresarse cuando se enfrentan a actos reflejos como la tos, la risa, el estornudo o el grito. Muchas pacientes me piden que les enseñe a gritar de manera más femenina. Es importante comprender que el grito representa un traumatismo para las cuerdas vocales y para el aparato laríngeo, y que, por supuesto, hay que evitarlo.

Sin embargo, lo que hacemos en las sesiones, es desarrollar la gimnasia laríngea con el objetivo de aumentar su resistencia y su elasticidad.

Asimismo, trabajo durante las sesiones el aumento del volumen vocal durante el discurso, especialmente con las personas que necesitan proyectar regularmente su voz, tales como las personas que utilizan su voz profesionalmente: profesores, oradores, etc. Es cierto que con el método Astudillo, trabajamos de manera profunda la musculatura laríngea y alteramos la posición de reposo de la laringe, por lo tanto, influenciamos todos los actos reflejos en la paciente sin tener que trabajarlos. Y por supuesto, el grito está incluido.

 

ANÉCDOTA

Recuerdo a una paciente que, unos meses después de trabajar conmigo, me envió un mensaje explicandome una anécdota que le había sucedido. Se había subido en una montaña rusa con un amigo y, aterrorizada, había estado gritando durante todo el viaje. Su amigo le dijo que su grito era extremadamente femenino cuando ella misma, en pleno pánico, ni siquiera se había dado cuenta. Cuando se bajaron de la atracción, les ofrecieron fotos y vídeos. Cuando mi paciente vio uno de los videos, y observó cómo gritaba, me comunicó con gran alegría que su grito era totalmente femenino y, por supuesto, totalmente natural.

Recibo cada día anécdotas de este tipo que me demuestran que mi método trabaja de manera profunda el gesto vocal para influir de manera general en la expresión de la paciente.

Es por eso que en mis sesiones no dedico tiempo en trabajar estos actos reflejos porque sé que serán implícita y automáticamente feminizados de manera natural. También creo que un acto reflejo no puede modificarse de forma consciente o que, en todo caso, es preferible que se modifique involuntariamente.

 

La disminución del volumen: un verdadero obstáculo para la mujer transgénero

Creo que el 80% de las pacientes que me contactan para feminizar o armonizar su voz, presentan una alteración del volumen. Esta disminución de volumen representa una verdadera desventaja en su vida porque, efectivamente, una persona que no se atreve a hablar con un volumen conversacional o acústicamente perceptible, se enfrentará constantemente a una demanda por parte de los oyentes de repetir lo que acaba de decir.

También tengo muchas pacientes que optan por no hablar, que se esconden tras miradas o gestos para que su voz no sea percibida.

A veces, esta disminución de volumen se arrastra durante años y se convierte en un verdadero obstáculo, alcanzando a veces el estado de trastorno que requiere ser rehabilitado.

En mis sesiones, siempre trato de restablecer ese equilibrio sonoro, porque es primordial que mis pacientes puedan ganar confianza y perder el miedo de expresarse en público actuando así de manera negativa sobre el volumen de su discurso.

Es importante entender que mi objetivo principal es permitir a mis pacientes se expresen libremente, sin miedo. Es importante que se escuche su voz, que se perciban de forma natural y sin pensar la expresividad vocal, las emociones, y que esta voz sea completa, que el volumen se adapte a todas las situaciones de la vida cotidiana y, sobretodo, que ya no represente una desventaja en la vida de la paciente.

En definitiva, el volumen es uno de los parámetros más importantes en la feminización y la armonización de la voz, por lo que es primordial trabajarlo, armonizarlo, pero, sobretodo, optimizarlo de acuerdo con la personalidad de la paciente. En efecto, el volumen está asociado a la personalidad emocional y vocal de la paciente, por lo que siempre debe trabajarse en coherencia con ellas.

Mariela Astudillo Logopeda especializada en feminización de la voz

ARTÍCULO ESCRITO POR

MARIELA ASTUDILLO

Logopeda y vocóloga especializada en voz identitaria y emocional (feminización de la voz)

Autora de la Logopedia / Vocología Emocional y del Método Astudillo

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